Buenos Aires, 4 de septiembre
Será cuando me vaya que nadie más cerrará las ventanas.
El aire de la casa se hará más frío.
El paisaje gris de la ciudad entrará por debajo de la puerta.
El teléfono sonará todos los días hasta que algo falte.
Las luminarias no se encenderán de nuevo.
El café se hará piedra en la despensa.
Ya no tendrán lugar en mis ojos los tediosos crepúsculos.
La Luna no se reflejará nunca más en estas manos
y mis mejillas carecerán del brillo que ofrece el día.
Mi cielo seguirá con su color rojo y a veces negro.
Las calles contarán las mismas gotas, los mismos pasos
las mismas hojas secas
y uno que otro perro canequero dejará sus huellas
en la cara de la noche.
Los libros que leía con mis amigos se quedarán allí
con el polvo que será su cuerpo.
Mi armónica ya no sabrá de labios
ni de notas, ni del viento
mi gato pasará a ser de mis hermanos
hasta que él también se vaya.
Todo será cuando yo no esté
cuando mis huesos
sean un riego de jardines al abrigo de algún árbol caribeño.
Pero ahora es no importa porque en este preciso instante
me veras volar en la ciudad de la furia,
me verás caer como flecha salvaje.
Ahora, en este preciso momento,
me verás dormir al amanecer
entre tus piernas,
entre tus piernas.
***
Poema publicado originalmente en:
Revista Círculo de Poesía: http://circulodepoesia.com/2014/04/nuevos-poetas-colombianos-omar-garzon-pinto/
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